Seguro que lo has sentido alguna vez. Notar que tienes algo dentro,
pidiendo a gritos salir, pero que ni tus tímidos actos ni tus torpes palabras
saben describir. Eso me pasa a mí, en este momento.
En tu interior hay mil batallas, la mitad contigo mismo, haciéndose un
hueco entre las mil decepciones, los mil y un enfados, y el único sentimiento
que entiendes es la duda. Dudas de todo, dudas de todos, y dudas de que
realmente sientas lo que crees sentir. Supongo que nos pasa a todos.
¿Cómo librarse de esto? Mi método es bien sencillo: dejar que se
enfríe, poco a poco, hasta volverse estéril e incoloro. Creo que es el método
que uso para todos mis problemas.
Derramar la pena en lágrimas siempre ayuda. O en tinta. O en música.
Al fin y al cabo todo es arte, y el arte está ahí para ayudarnos en momentos
así. Para darnos calor y cobijo. El arte es un laberinto de emociones donde
hallar el escondrijo de la paz caduca, pues no hay placer eterno en esta vida;
si acaso, sólo el placer de dormir solo en una tumba, a dos metros bajo tierra;
a dos metros bajo los problemas.